jueves, 13 de noviembre de 2025

Manowar y su Louder Than Hell: el regreso de los reyes del metal que cumple 29 años...


Los Manowar de Joey DeMaio... Si en mi anterior reseña os decía que en este año muchos discos cumplen sus aniversarios. Estos neoyorquinos no iban a ser menos y, si alguien pensaba que los creadores del True Metal estaban muertos y enterrados, con su octavo disco demostraron que su acero era más fuerte que el infierno, el grunge, el rock alternativo y todo el groove juntos... Manowar fue de las pocas bandas clásicas que aguantaron los 90 fieles a su música y vivieron para contarlo. Para celebrar el 29º aniversario de su Louder Than Hell, preparaos para romper las cadenas y desatar al guerrero. Manowar y su "Más fuerte que el Infierno": el regreso de los reyes del metal...

1. Return of the Warlord (05:19)
2. Brothers of Metal Part. 1 (03:54)
3. The Gods Made Heavy Metal (06:03)
4. Courage (03:49)
5. Number 1 (05:11)
6. Outlaw (03:22)
7. KIng (06:24)
8. Today Is a Good Day to Die (09:42)
9. My Spirit Lives On (02:09)
10. The Power (04:08)

Engineering by: Rich Breen
Geffen Records, 1996




No me digáis que con esta entradilla no habéis sentido la llamada del guerrero.... Yo, hasta he tenido que levantarme y hacer el saludo de los Manowar. Ese que es, colocando los brazos por encima de la cabeza, y, con la mano derecha, agarrar fuertemente la muñeca izquierda. Así con ese gesto puedo notar la fuerza y convertirme en un manowarriorAlgo así me pasaba con sus discos de los 80, sobretodo con eses Fighting the World y Kings of Metal que hacían que algo se despertara en mí, Igual que cuando iba a la playa con mi madre, y mientras ella me echaba crema en la espalda para que no me quemara, en algunas ocasiones, delante de mí y a unos pocos metros, un grupo de tías (3 o 4) colocaban sus toallas sobre la arena para, tras esas camisetas de tiras con el dibujo de Snoopy y pantalones cortos rosas, descubrir unos tangas asombrosos y unos pechos puntiagudos como fresones, que parecían estar buscando que algún afortunado fuera el elegido y pudiera ahí, pasar su lengua e hincar sus dientes...

¿Qué todo no era más que imagen, puro marketing (digo lo de los Manowar) y una jugada hábil que supieron explotar como nadie...? seguramente, tíos, pero no me negaréis que os lo creíais y cuando sonaban sus canciones las poníais (poníamos) a todo trapo, pensando que erais (éramos) esos guerreros que salían en sus portadas y, con sus espadas, nos convertíamos en unos tipos inmortales.

Si aceptamos que el heavy metal es una música de excesos, entonces Manowar lo han encarnado como muy pocos. Poseedores de varios récords Guinness, entre ellos, haber dado uno de los conciertos más largos de la historia del heavy metal (5 horas y 1 minuto), el también haber conseguido ser la banda más ruidosa del planeta, al superar, en 1984, en un show en Gran Bretaña, los 129 Db. 

En 2008, vuelven a romper su propio récord, y subirlo a los 139 Db. De ahí, están acreditados como de las primeras en grabar en Dolby 5.1. También de ser los únicos en registrar una canción en 18 idiomas diferentes y, en ser, la única banda de metal que consiguió que una leyenda del cine como Orson Welles pusiera su carismática voz en un disco de ellos.

Como veis lo de esta gente era todo muy excesivo. Se cagaban y meaban como animales en los jardines de las ciudades a donde iban a tocar. Limpiaban el culo arrastrándolo por el suelo... comían con las manos y bebían hidromiel por cuernos. Vestían taparrabos de cuero y pieles de bisonte y, se echaban unos eructos y pedos como orcos, delante de las mejores damas. Crearon sus propias pantallas de amplificadores llevadas al máximo de volumen. El sonido de bajo de Joey, completamente personalizado y tuneado a su gusto. Ellos mismos imponían sus condiciones y sus normas a todo aquel que quisiera contratarlos, y no les temblaba el pulso para largarse sin tocar, si al llegar al recinto no se habían cumplido sus indicaciones. 

Se podría decir que son una banda que la tomas o la dejas. Hiperbólica en el fondo y en las formas. Se lo montaron muy bien, no cabe duda, y esto no es un reproche, porque no se puede negar que han grabado auténticos himnos que han quedado para la historia del heavy metal. Podemos criticarlos, que si eran machistas, misóginos, muy fachas o unos completos gilipollas, pero en su propio universo metálico fueron arrasadores, unos innovadores y que con sus excentricidades fueron capaces de poner el heavy metal épico, de espada y brujería, en los salones de medio mundo. 


Manowar en 1996

¿Quién no tiene un disco de ellos en casa? que levante la mano el que diga que no... no veo ninguna levantada (ya lo sabía). Así que, hay que reconocer que fueron un grupo muy emblemático. Hoy no vengo a contaros su historia, ni a reivindicarlos, en la actualidad, me la soplan bastante, está claro que, aunque parece que han vuelto a recuperar algo de su grandeza, por lo menos, en directo, su tiempo hace mucho que pasó. Son más bien un recuerdo de una época maravillosa, irrepetible, igual que aquel mítico concierto (doblete) que dieron en España, en 1989, en la extinta sala Canciller "El Canci" de Madrid, y, sobretodo, el bolo en el antiguo Pabellón del Real Madrid que, según cuentan los más veteranos, fue un show inolvidable, de los de verdad, de esos de salir con un pitido de oídos durante días... (entrada: 1.900 ptas de las de antes).

Cartel del concierto, 1989 (Madrid)

El problema más gordo que me pasó con estos tipos, no es que fueran más auténticos o menos, o si todo era un negocio bien montado, fue la salida de Ross The Boss (Ross H. Friedman), la que para mi hizo que hubiera un antes y un después, osea, un pre-Ross y un post-Ross. Y no tengo nada contra su primer sustituto, un shred David Shankle, que me parece un grandísimo guitarra, muy infravalorado y maltratado por los fans del grupo, pero tras la partida de Ross, algo se perdió ahí que nunca más recuperaron.

Decía el propio Ross en una entrevista que antes de que el grupo se hiciera una banda famosa y de masas, no eran más que unos críos de Auburn (New York) que nunca pensaron que su música fuera a salir más allá de las calles de su barrio. Pero, el dinero empezó a entrar y con él los egos, las envidias, los problemas y malos rollos. Según este, después de sacar Sing of the Hammer, el tío Joey se hizo un tipo siniestro y avaro. Ya no era ese colega de las calles del Bronx, donde juntos cometían delitos leves y se escapaban de la policía.

Efectivamente, tras ese disco, Manowar pasó a ser un banda con pedigrí, que empezaba a salir en las portadas de las mejores revistas (Kerrang!, por ejemplo). Ficharon por una multinacional (Atlantic), y su heavy de guerreros y magos, ese universo que empezaba a pintar su portadista más icónico y recordado, el ya desaparecido Ken Kelly, empezó a adquirir forma y los de Joey, Ross y Adams, empezaron a exportar su true metal por todas las plazas Europeas. A día de hoy no deja de ser curioso que una banda americana poseyera un enfoque tan europeo. Los yankess que son tan suyos y poseedores de lo mejor, sus mejores hazañas y conquistas siempre las han librado en el viejo continente, no así en los States donde son una banda de clubs (nadie es profeta en su tierra). 

Después de Kings of Metal, posiblemente, su obra cumbre y una de sus cimas musicales, los Manowar empezaron a tomarse las cosas con más calma. Los de Joey eran ya un grupo profesional, pero en el que ya no estaba su guitarra original, y tampoco su batera de los inicios, el gran Scott Columbus, por lo que tocaba reconfigurar las estrategias y los planes. El que había sido técnico de bajo de los Black Sabbath durante la gira del "Heaven and Hell", había quedado como jefe absoluto, y eso, a veces, puede ser una mala jugada.


Portada interior, The Triumph of Steel, 1992

La espada dejada por Ross y los tambores de guerra de Columbus, fueron sustituidos por las hábiles manos del virtuoso guitarrista David Shankle y por un apodado Rhino, que consiguieron aumentar la velocidad y el nivel técnico de la banda, creando un disco brillante, pero totalmente pasado de vueltas, salido de una mente megalómana y narcisista, que los había convertido en una banda muy épica, pero llevada al delirio y a la extenuación más exorbitada. ¿Cómo se puede empezar un disco con un tema de 28 min? Estaba claro que al tío Joey se le había ido la olla, y se creía el Freddie Mercury del heavy metal, creando una especie de "Bohemian Rhapsody" pero a lo Manowar, en un suite dividida en ocho partes, llena de solos y partes inconexas, que parecían creadas durante una noche de grandes fumadas con indios cherokees y sabe dios qué otras sustancias.

El disco valía mucho la pena, pero seguro que todos hacíais lo mismo que yo. Pasabais olímpicamente del primer tema, e ibais directos a la de "Metal Warriors", donde ahí sí, el elepé se convertía en una obra de puro acero heavy metal (aunque, ojo, todo con matices), y no esa pieza inicial, totalmente trasnochada y mal conducida que no nos llevaba a ningún sitio. Lo que se llama poner un auténtico tostonazo o ladrillazo considerable. Vamos, la forma más estúpida de arruinar un buen disco (aunque algunos digan que se corren con ella...). Espero que, al menos, el DeMaio se hubiera  quedado a gusto.. A partir de aquí, la banda volvió a tomarse otro periodo significativo de reflexión, Shankle y Rhino se piraron, y Joey volvió a reconfigurar al guerrero, repescó al carismático Columbus y a contratar a un guitarra que mejor no vamos a nombrar (no hace falta que os diga por qué).

Edición casete, Louder than Hell, 1996
Con unos bien entrados años 90, completamente inundados por el grunge y el groove, lo normal era que estos tipos aparecieran con una mierda de esas, mezclando o travistiendo su true metal con alguno de esos sucedáneos... Pero, el guerrero Joey o, no quiso o, no se atrevió, y regresaron con un, para mi gusto, mejor enfocado octavo disco, titulado Louder Than Hell. Un trabajo que de alguna forma los reconectaba con un formato y extensión de temas a su etapa ochentera, haciendo un álbum directo y al grano. Con CANCIONES de verdad, sin hacerse pajas mentales, y sin tantas chorradas y solos que a nadie le importaba.

"Return of the Warlord" confirmaba que el guerrero americano había regresado. Lejos de hacer experimentos y vender su alma al diablo, apostaron por sus principios y esas Harley-Davidson, el rugido de sus escapes, los hermanos del metal y su camaradería guerrera. Louder Than Hell, volvía a recoger en una sola obra su esencia más poderosa y combativa. Su reafirmación en el metal y en el orgullo de ser un manowarrior. El disco reforzó a una banda y a unos fans que en esas "King""Number 1", "Outlaw", "The Power" y, muy especialmente, en la balada "Courage", el metal (su metal) tenía un hogar donde todos sus seguidores podían buscar cobijo y no sentirse desplazados y olvidados por una industria que ya no les prestaba ningún caso.

Los Manowar son así, capaces de lo mejor y también de lo peor, en su maquinaria de guerra y en toda esa verborrea barata, pero muy efectiva, mucha gente encontró refugio y una forma de seguir viviendo. Era ese metal viril, musculoso y aceitado el que los había salvado. Verdad o mentira, muchos manowarriors hicieron las mayores locuras por ellos. Recorrer Europa a pie para asistir a sus conciertos, vender su casa o, hasta ofrecer a su novia (incluso esposas) para que el propio Joey se las follara en el backstage... son solo algunos ejemplos de las chaladuras que muchos fans llegaron a hacer por solo verlos. Manowar pertenece a ese selecto y exclusivo club de bandas que son más que eso, son un modo y una filosofía de vida. Una religión. Crearon un vínculo indestructible e inseparable de hermandad y lealtad entre ellos y los fans que todavía perdura.

Los Manowar con sus Harley-Davidson, 1996

En fin, compañeros. Espero no haberos aburrido mucho, pero cuando se aborda a estos tipos, los excesos se apoderan de mi. A partir de aquí, ya sabéis como sigue la historia. Pero, hoy, rindamos tributo a uno de los discos que sobrevivió al grunge y mantuvo, durante los 90, encendida la llama del heavy metal clásico. Con el saludo de los manowarriors me despido de vosotros. ¡Hail and Kill!. Hasta la próxima, amigos.

8/10

A la memoria de Scott Columbus (DEP)


  

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