jueves, 15 de mayo de 2025

Victory de Running Wild: Los piratas de Rolf Kasparek ante su último saqueo glorioso...


Publicado en el 2000, Victory significó el último gran disco de estos piratas alemanes llamados Runnig Wild. Su último saqueo glorioso, que cerraba una colección de riffs y estribillos para el recuerdo. Eran unos auténticos genios llevando el heavy metal a tope de nuestras emociones. Hay quién considera que su último gran álbum fue el anterior, The Rivalry. Yo creo que todavía les quedaba un último cartucho en este Victory lo sufrientemente potente para hacernos pasar un buen rato. Para recordarlo, aquí va mi pequeño homenaje a los piratas germanos de Rock 'n' Rolf. Al abordaje!!!!!

1. Fall of Dorkas (05:16)
2. When Time Runs Out (05:17)
3. Timeriders (04:24)
4. Into the Fire (04:57)
5. Revolution (The Beatles cover) (02:59)
6. The Final Waltz (01:19)
7. Tsar (07:08)
8. The Hussar (04:05)
9. The Guardian (05:09)
10. Return of the Gods (05:31)
11. Silent Killer (04:45)
12. Victory (04:49)

Produced by:  Rock 'n' Rolf
Gun Records, 2000

Rock 'n' Rolf, foto interior Victory, 00
A estas alturas de la película, decir el nombre de Running Wild resulta inseparable del heavy metal europeo más identificable de los noventa. Con una identidad visual y lírica anclada en la iconografía pirata y una fórmula sonora a base de riffs galopantes, estribillos apoteósicos y estructuras previsibles pero efectivas, Rolf Kasparek y compañía supieron construir una discografía coherente, llena de himnos y canciones para el recuerdo, aunque no siempre en constante inspiración. El álbum que nos ocupa hoy, Victory (2000), es una muestra elocuente de esa dualidad, donde quizás faltó algo más de inspiración para poder considerarlo entre los mejores discos de estos bucaneros alemanes.

Este trabajo, que cumple su 25 aniversario, marca el cierre de la trilogía conceptual y de oro, iniciada con Masquerade (1995) y seguida por The Rivalry (1998), y si bien mantiene el estilo clásico de la banda sin desviaciones arriesgadas, lo hace desde una zona de confort demasiado evidente. Desde su producción hasta su diseño compositivo, Victory es un disco competente, pero conservador. Se podría decir que el barco pirata no naufraga, pero tampoco hace una gran singladura. Aunque todo con matices...

Uno de los aspectos que generó cierta polémica, es la producción hecha por el propio Kasparek (bajo su pseudónimo habitual, Rock’n’Rolf) y grabado en los Horus Sound Studios de Hannover, Victory destaca por una producción moderna, limpia… y también algo estéril. La mezcla privilegia la nitidez de las guitarras rítmicas, con un tratamiento bastante comprimido de las frecuencias medias, lo que garantiza claridad, pero también uniformidad.

El punto más problemático recae en la batería. No está acreditada como programada, pero la ejecución extremadamente cuadriculada, la falta de dinámicas y el timbre homogéneo sugieren un uso intensivo de programación, triggers o cuantización digital. Este recurso, si bien funcional, le resta vitalidad a unos temas que ya de por sí adolecen de cierta repetitividad. Sobrevuela la duda de si fue realmente Angelo Sasso (para algunos un nombre ficticio) el que se encargó de tocarla o, como se sospecha, todo fue ejecutado por una caja de ritmos. A mí no me supone un gran problema, lo que me interesa es que el disco funcione, y creo que lo hace, pero parece ser que esto generó un gran revuelo entre los fans, los cuales afirman que todo fue hecho por una máquina. Realmente, no lo sé, y ya digo que no me importa mucho. El propio Kasparek siempre dijo que la batería era real y que fue interpretada por un colega de él, que no quería decir su verdadero nombre, y por eso lo del apodo Angelo Sasso

Yo os lo cuento y que cada uno saque sus conclusiones. El caso es que no deja de ser curioso todo, y más, cuando de este supuesto Angelo Sasso poco se sabe y el cual acabó falleciendo (según el propio Rolf) en 2007 en España de un ataque al corazón en el más absoluto misterio.

Contraportada CD, Victory, 00
En el apartado estructural, Victory sigue al pie de la letra el libro de estilo de Running Wild: riffs en compás 4/4 sobre pedal de quintas, sus armonías tan características, solos ejecutados con solvencia pero sin riesgo, y estribillos de diseño épico. El problema para los más seguidores de estos corsarios teutones, es que todo esto ya lo hemos escuchado antes, y mejor ejecutado. Estaba claro que Rolf y sus muchachos no inventaban ninguna rueda con este Victory. Ni tampoco creo que lo pretendieran. Con 10 discos a sus espaldas (incluido este) se me antoja ya algo pretencioso pedirles que fueran a innovar algo en la escena, pero aún así, algunos pedían peras en un árbol que ya había dado otras frutas.

El repertorio que nos presentaban en este Victory arrancaba con fuerza en Fall of Dorkas, que parecía recordar inicialmente al tema inmortal de los Judas, Painkiller, corte en tempo allegro, con riffs incisivos y una buena línea melódica. Le sigue para mí la pista más guapa de todo el trabajo, el himno a medido tiempo, When Time Runs Out. Dos canciones que os pueden parecer poca cosa, pero a mí ya me han convencido completamente.

En Timeriders, sí os puedo dar la razón, en una estructura típica y más vista que un tebeo. Igual tampoco pinta mucho la versión de los The Beatles, Revolution, que a mí no me estorba, pero entiendo que haya gente que no sean muy amigos de la versiones. Pero el disco vuelve a coger vuelo con otro medio tiempo magistral del Kasparek con Into the Fire, donde vemos sus habilidades para crear riffs supergancheros y melódicos para montarnos en su barco y surcar los mares ondeando su bandera pirata.


Los Running Wild en los 00´s. Thilo Hermann en el centro

Es evidente que el disco tiene relleno, algún tema flojillo y discreto por el medio, como puede ser una aburrida y repetitiva Tzar (aunque hay gente que dice que es un temazo) y alguna más por ahí escondida. Pero si hay una cosa que tiene este Victory, es que a diferencia a lo que pasaba muchas veces, la cara B resulta mucho más apetitosa y de calidad que la primera. Y a las pruebas me remito, me da la sensación de que desde The Hussar la cosa coge una temperatura de funcionamiento casi imparable. The Guardian y Return of The gods, presentan un nivel medio-alto, hasta que llegamos al momentazo del álbum. Es el turno de: El asesino silencioso, Silent Killer, que vale las cuatro monedas que podéis pagar por él, aunque, todo hay que decirlo, tiene un tufillo muy sospechoso con la de Kiss of Death.

Si lo comparamos con su predecesor directo, The Rivalry (1998), este Victory puede que ofrezca menos variedad melódica y un menor equilibrio entre agresividad y narrativa. Aunque ambos discos comparten el mismo ADN sonoro y conceptual, The Rivalry mostraba algo más de flexibilidad en estructuras y una producción menos cuadriculada.

Mascota de Running Wild, Adrian.

Donde el contraste se vuelve más evidente es frente a un Black Hand Inn (1994), uno de los picos creativos de la banda. En aquel álbum, Running Wild exploraba con secciones acústicas, cambios de compás y melodías más envolventes, sin abandonar su esencia. En Victory, en cambio, se percibe una ejecución por inercia: riffs que parecen reciclados, solos en piloto automático, y estructuras que rara vez se apartan del patrón verso/estribillo-verso/estribillo. Hay como un cierto sabor a refrito y canciones que parecen hechas siguiendo la misma pauta; sota, caballo y rey.

Puede que Victory sea un disco hecho para quienes ya están a bordo del barco de Running Wild y conocen su hoja de ruta. Su valor reside en la continuidad, no en la innovación. Es una entrega que cumple con lo básico, pero sin dejar excesiva huella. Técnicamente correcto, estilísticamente coherente, pero emocionalmente no llega a las cotas de sus grandes clásicos. Para el oyente casual, puede resultar más atractivo que para el fan acérrimo donde encontrará lugares demasiado comunes y ya vistos.

Lo que está claro es que llegados al inicio del nuevo milenio al tío Rolf la fórmula se le agotaba, como pasaba con toda banda clásica que llevaba ya muchos años a sus espaldas. Si ponemos todo en una balanza, las contras pueden ser una batería sospechosa, repetición de esquemas y una falta de riesgo. Los pros, en cambio, es que estamos ante un disco que a lo mejor no tiene clásicos, pero sí todavía una colección de canciones lo suficientemente sólidas para seguir haciéndonos pasar un buen rato. Yo creo que aquí sí podemos decir que el barco pirata de Running Wild encontró por fin un puerto donde terminar dignamente sus aventuras y conquistas. Aunque este Victory no sería su última travesía, sí me parece que las correrías más salvajes de Kasparek y sus chicos tocaron a su final. Larga vida a los Running Wild!!! Hasta la próxima, amigos.

7/10

A la memoria de Angelo Sasso (Dep).


2 comentarios:

  1. El último disco que compré de ellos nada mas salir... y casi me arrepiento.

    Aquí RnRolf estaba ya en modo autopilotaje, repitiendo "su" fórmula, pero cada vez con menos gracia, menos aciertos. Y cuando digo "su", lo estoy diciendo a sabiendas. Este señor realizó durante unos años una mezcla perfecta de hard/heavy/power con temática pirata que nadie mas había hecho, y con unos resultados magníficos. Dejó una ristra de albunes consecutivos inmejorable, desde Under Jolly Roger hasta The Rivalry; ojo, que son muchos...

    No creo que incluso las grandes vacas sagradas de lo nuestro (Judas, Iron Maiden, Black Sabbath) tengan tantos discos seguidos buenos. Con una puntuación que no baja de 8 y con algunos de 10.

    A mí este me dejó frío. Es una sensación rara, no sé. Lo que tengo claro es que RW no es un grupo de instrumentistas... No ha habido nunca un Alex Skolnic, Mike Terrana, Billy Sehenann que te vuele la cabeza (no quiero decir con esto que la gente que ha pasado por aquí sea manca, eh?). Esto ha sido a base de riffs y coros; piratas y abordajes.

    Un 6 para el de la Victoria, que no llegó a ganar a sus incondicionales.

    DEP Sasso, seas quien seas ;).

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    Respuestas
    1. El chicle ya no le dio para más. Pero es eso, mira que discografía tiene. Casi 10 discos entre buenos y muy buenos, y algunos, creo que son obras maestras. Pero sí, aquí el barco ya llegaba algo cascado y desgastado. Hay como sensación de refritos y riffs medio reciclados de aquí y de allá. En parte, es normal. Es lo que dices, esa mezcla entre heavy/power/hard el fulano era un maestro. Qué habilidad tenía para hacer temas simples, pero con mucho gancho. Melodías pegadizas que cubría con grandes coros, que le salían unas canciones brutales. Yo si tuviera que quedarme con un disco de ellos, igual el Death or Glory o, también, el Port Royal que me mola mucho. Bueno, y el Black Hann Inn, que es otra cima en su discografía.

      A mí con este Victory, si te digo la verdad, lo compré y me gustó, pero sí es cierto que se me ha ido desinflando con los años. Creo que es un disco muy directo, que entra rápido, pero también se deshincha a la misma velocidad. La segunda cara me parece muy buena, pero después, se queda un disco quizás de momentos.

      Y después también lo de la batería huele muy raro. Yo no me mojo, si es de carne y hueso o es una caja de ritmos. También puede ser, que a veces pasa, que es cierto que la tocó un tipo y después la digitalizaron y por eso suena como muy rara, medio artificial. Por ahí también le dieron mucha caña. A mí no me supone mucho problema. Si los temas suenan bien, por mi adelante.

      Ya para terminar, yo creo que coincidimos que en este Victory se acabaron los grandes Running Wild. La mayoría dice que se terminaron en The Rivalry, yo creo que lo podemos estirar un poquito más hasta este.

      Un placer, JCSG, gracias por pasarte. Nos vemos en las siguientes.

      Un saludo, piratilla....jajajajajaj

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